Quien soñaba con irse lejos....
Siento la brisa que recorre mi pelo,
me quito la camisa y ya no siento miedo.
Soy libre como un pensamiento;
tan pecador y poco santo.
Soy como arena del desierto sediento,
hambriento.
Pero corro por las calles de la ciudad
y ya no me asombro de la inmensidad
con que cae la lluvia húmeda y brusca.
Salgo al corredor y abro las paginas
de un periódico, desgastado
con sus hojas amarillas
maltratadas por el tiempo.
Abro la hamaca tejida de
pensamientos y tristezas.
Cuelgo el sombrero en la orilla de
la cocina mientras el humo me enchila
los ojos enrojecidos que
restriego sin tregua.
Y escucho el arroz reventarse como
juegos artificiales en el cielo,
mientras el humo se mete por
la ventana y empaña el
viejo espejo que cuelga
sobre la pared.
Esa pared, llena de grietas, aberturas
y huecos que representan
cada generación que ha
pasado sobre este mismo suelo.
Aquel suelo que alimenta mis
hijos y que sostiene
esta vieja casa
triste y desaliñada.
Pero miro el horizonte y veo
un pedazo del futuro que
me trae una sonrisa y me prepara
para lo que hay a la vuelta de la esquina.
Un ffuturo que me trae libertad,
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